jueves, 7 de diciembre de 2017

Lluvia

La lluvia de otoño caía contra las ventanas del dormitorio de Ronica. La tempestad golpeaba sin gentileza los cristales causando una melodía con múltiples voces singularmente rítmica y armoniosa. Ésto la relajaba, y ella dejaba volar su imaginación a viejos días pasados por agua. Días tan ancianos ya, como las arrugas que ahora estaban relajadas en su rostro, atentas al repicar de las aguas del cielo. Eran días en los que ella disfrutaba dilatar los momentos de alcoba junto a su esposo. Ambos escuchando sobrecogidos la tormenta bajo las mantas, sin más comunicación entre ellos que el amable peso de una mano junto a la otra, y el silencio compartido que permitía disfrutar de ese maravilloso tañido.





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