jueves, 7 de diciembre de 2017

Lluvia

La lluvia de otoño caía contra las ventanas del dormitorio de Ronica. La tempestad golpeaba sin gentileza los cristales causando una melodía con múltiples voces singularmente rítmica y armoniosa. Ésto la relajaba, y ella dejaba volar su imaginación a viejos días pasados por agua. Días tan ancianos ya, como las arrugas que ahora estaban relajadas en su rostro, atentas al repicar de las aguas del cielo. Eran días en los que ella disfrutaba dilatar los momentos de alcoba junto a su esposo. Ambos escuchando sobrecogidos la tormenta bajo las mantas, sin más comunicación entre ellos que el amable peso de una mano junto a la otra, y el silencio compartido que permitía disfrutar de ese maravilloso tañido.





martes, 10 de octubre de 2017

Manel



Pedro y Teresa reñían. El primero le tenía celos a la segunda. Ésta, sólo quería jugar.

Estaban dentro de casa, que a su vez formaba parte de un pequeño pueblo rural del área metropolitana de una gran ciudad. Los habitantes de este pueblo estaban tensos debido a la mala gestión ambiental del gobierno de la provincia.

Manel, la hormiga, los observaba a todos dentro de su terrario. Ver cómo se comportaban los humanos siempre lo relajaba.


lunes, 27 de febrero de 2017

Taza de té caliente entre las manos



Taza de té caliente entre las manos. Agradable calor que calienta las palmas heladas. Manta sobre las piernas. Música agradable salida de una película de esas que generan recuerdos que bien podrían haber sido vividos en carnes propias. Ventana empañada, debido al contraste del calor de la habitación con el gélido aire exterior.

Pensamientos que vuelan…

Saboreaba el tiempo que le quedaba en aquel lugar, que no era demasiado. No era una mala vida.

Gente por doquier. Y no colegas de conversación superficial. Amigos con los que conectas de centro a centro. De corazón a corazón. Aunque con pequeños trozos de alma diferentes. Amigos que te abrazan y te traen de vuelta, que te hablan y te hacen viajar, que te sonríen y te hacen sentir afortunada.

Un trabajo muy estresante. Nunca había tiempo para terminar todo, o llevar las cosas al día de manera clara, limpia, en primera línea, tranquila. Pero una faena con vida, propósito, función y frutos, pese a la preocupación por no cumplir con la tarea a la altura de los niveles deseados.

Un enclave precioso. Una comarca sin delincuencia, sin falta de empleo y por tanto de jornal. En la que chicas jóvenes pasean por lugares oscuros a altas horas de la mañana sin peligro. Con curiosas portadas de periódico como “borracho pelea con lo que él cree hombre invisible”. Un lugar lleno de acantilados, calas vírgenes, pequeños bosques inesperados, puertecitas de gnomos en bases de árboles, gigantescos escualos vegetarianos y lugareños amables y plácidos.

Ya sólo le quedaba una semana para liberarse de la fuente de angustia, y unos pocos días más para despedirse del lugar.



¿Qué vendría después? Los vientos de cambio soplaban de nuevo...

martes, 14 de febrero de 2017

¿Cómo era él?




Estaba ahí antes. No obstante, era una de esas personas que forman parte de la ornamentación de los recuerdos. De esas que no estás segura de si estuvieron o no en momentos concretos, pero sabes que solían encontrarse en la tramoya de las escenas diarias.

Si me hubieran sentado fuera de alguna de las secuencias, para comentar el cortometraje, y me hubieran pedido que lo mirara, que dijera rápidamente, impulsivamente, lo que se me viniera a la cabeza de este personaje baladí ¿qué hubiera dicho?

Mmmm...  Me hubiera mordido el labio y hubiera mirado hacia algún punto en el techo situado a mi izquierda. Un amigo psicólogo me dijo una vez que es donde suele mirar la gente cuando tira de la imaginación, más que del conocimiento, a la hora de describir un hecho.

“Es una persona atractiva. Tiene rasgos agradables y claramente locales. Uno ve atributos de la zona en el diseño de sus ojos, su dentadura, la forma de su cara y la complexión de su cuerpo. Robusto. Su sonrisa es bonita. Sus ojos sinceros. Directo en sus palabras. Cercano con su mirada. Transmite carisma, pero no uno demasiado evidente. No de esos que llenan la sala, sino un elemento de esa sumatoria que hacen que el recuerdo esté más lleno de sonrisas y brisa familiar.”

Pero un buen día todo cambió, y este sujeto secundario, pasó a ser protagonista.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Chiribita

Era un hombre muy alto, rubio y con gafas. Vestía formal, con camisa a rayas bien compaginada con el resto de su ropa.
Los ojos eran brillantes tras las gafas y la expresión juvenil para su edad, o más bien jovial. Sus manos eran grandes y cálidas cuando apretó mi mano como saludo y presentación.
No le presté mucha atención al principio, pues estaba sentado junto a mí y tiendo más a mirar a los que se sientan en frente. Mi jersey verde oscuro estaba en el banco entre los dos, como para marcar separación.
Los compañeros de enfrente se enzarzaron en una conversación animada.
Despreocupadamente le hice una pregunta sencilla del tipo ¿cuál es tu horario de trabajo? Y terminé escuchando sus historias sobre estatuas croatas con libros abiertos o cerrados -según si los lugareños se consideraban pro-venecianos o anti-venecianos-, vikingos en Reino Unido, lo mal que dicen que huele Venecia en verano y que lo primero que hizo cuando tuvo internet instalado en su apartamento fue sentarse a escuchar serie- dramas de la BBC durante horas en un piso en el que el único mueble era una cama. Eso me hizo reír a carcajadas.
A pesar de lo avergonzada, por mi dominio pobre del inglés en comparación con el suyo (nivel lengua materna) y de lo cansada, por no haber dormido en condiciones la noche anterior; fue obvio percibir que era una persona con chiribita.
Volvimos caminando, esta vez la historia versaba sobre compañeros de piso vegetarianos que se aliaban para prohibirle cocinar carne (debido al “mal olor”) en una votación democrática injusta, con la ironía de que ellos eran fumadores y él no. Se me escaparon varias sonrisas por el camino, a pesar de mi estado abotargado y de mi predisposición a estar de fondo aquella noche, a sólo escuchar.
Su vivacidad y agudeza me hubieran inspirado en otro momento. Quizás otra noche.


domingo, 30 de octubre de 2016

Realidad

“ Nos adaptamos a nuestras circunstancias. El tiempo que pasamos juntos fue especial y ahora volvemos a la realidad”

Eso dijo él. Quizás en un intento de hacerla bajar de las nubes.
Aunque ella no estaba segura de querer bajarse de allí, siempre se había encontrado cómoda en los sitios altos. Desde ahí se descubren nuevas perspectivas, se ve el grueso del paisaje al completo, y se difuminan los detalles pequeños que no forman parte del conjunto. A la vez, extrañamente, que ciertas partes minúsculas se suman para dar riqueza y matices a la visión.

Y allí se encontraba. Sentada en la cima del rascacielos. Sufriendo y amando el momento al mismo tiempo.

Los fuertes vientos amenazaban su equilibrio, y la distancia a la que quedaba el suelo no era nada despreciable. Pero ese frío en las mejillas, era al mismo tiempo clarificador y agradable. También estaba la satisfacción de lo complicado de llegar hasta allí.

Lo real es lo que se vive desde abajo, en la ciudad, donde está todo el mundo. Caminar hacia el trabajo. Pagar las facturas. 4 semanas de vacaciones al año. Esperar a que el semáforo se ponga en verde. Ver la televisión. Quejarse de la situación política. Respirar contaminación. Estar con los colegas en el bar mientras tu cabeza está en otro sitio...

¡ Y una mierda!

Lo real es donde está tu alma. Lo real es la locura de vivir al máximo y darle esquinazo a las rutinas, a lo que se supone que debes ser y hacer, ese molde en el que se debe encajar. Lo real es la locura de redibujar tu camino y no tener miedo a desviarse. A lo mejor el desvío es mejor que el trayecto diseñado en un principio. Lo real es ser uno mismo, sobre todo si tienes la suerte de saber quien eres. Lo real era sostener su mirada...


“Creo que me quedaré aquí durante un tiempo”. Se dijo entonces, a sí misma, mientras se percataba de que las escenas que compartió con él eran una de las cosas más reales que había vivido nunca.  

martes, 18 de octubre de 2016

Tarde sexual

Cruce de miradas intensas.
Cuello que se estira, en un gesto de interés, a lo suricato.
Mirada, que se centra ahora en la comisura de tus labios.
Roce suave en la flexura del codo.
Tacto leve de tu mejilla contra la mía
Humedad intuída de tus labios cuando están cerca de los míos.
Mordiscos suaves en el cuello.
Lengua que juega con lóbulo y oreja.
Sonidos que conllevan escalofríos.
Gemidos que escapan.
Entrada ansiada.
Pupilas que se dilatan.
Agarrón de nalgas entre embestidas.
Respiración acelerada.
Respiración calmada.
Concentración.
Besos que completan el círculo.
Agarres repetitivos involuntarios.
Cuello que se estira hacia atrás buscando la concentración en el éxtasis.
Exhalaciones que escapan.
Rendición.
Descanso entre mantas.
Roces y caricias tranquilas.
Miradas que se encuentran y sonríen.
A veces risas.
Rutina de limpieza.
Abrazo.
Párpados que reposan.
Cuerpos que se entrelazan.
Paz.