domingo, 3 de abril de 2011

Juego

- mmm errr
- ¿qué pasa?
- no... es de pervertido o de caradura
- ¿el qué? Me gusta tu lado espontáneo
- Vamos a tener que dejar de adoptar esta posición pues se me van los pensamientos a otra cosa....
- ¡No te preocupes! Eso no es pervertido. Además hay muchas otras posturas, no tiene por qué ser solo esta.
Se me acerca muy rápido, casi sin que me dé cuenta, y otra vez estamos a unos pocos centímetros el uno del otro. Un instante que se hace eterno. ¿Qué hago? ¿Qué hacemos? Está pasando mucho el tiempo... rozo mi nariz contra la suya, como mi madre me decía de pequeña que eran los besos de los esquimales.

Nos reímos y comentamos el momento. Seguimos hablando pero hay un hilo filótico* de tensión que nos une, o eso creo yo. Ahora yo tengo permiso para hacer el amago, pero no me atrevo...no es sólo un juego, en realidad estoy demasiado a gusto y me gustaría repetirlo muy a menudo ¿Sigue siendo un juego entonces...? Mi subconsciente me dice que no
Seguimos hablando, a veces detecto posturas “perfectas”, pienso en acercarme, y me pongo nerviosa. Me gusta esa sensación, me hace sentirme viva.

Seguimos hablando... ¿de qué estábamos hablando? Creo que no lo recuerdo... Ya no hay más posturas adecuadas, “bah  da igual, de todas formas creo que ya no quiero hacerlo”. Una postura aceptable y de repente sin pensar digo mientras me abalanzo:
- ¡ Ahora me toca a mi! .
Se acerca rápido, con decisión y dispuesta a pararse justo a la distancia adecuada, no antes, y se para justo en sus labios. Retrocede un poco y se queda congelada de la impresión. No había pensado que podía pasar aquello.
- Que cutre- dice él
Se acerca a ella y le da un beso con los labios abiertos. Ella se acerca también, buscándolo, él la vuelve a buscar a ella Ella lo busca a él y ya no se sabe quien busca a quien por unos instantes.

Lo bueno si es breve, dos veces bueno. Se separan.

Él empieza a hablar y ella escucha, pero está nerviosa como si fuera a volver a pasar en cualquier momento.
-          Ahora me cuesta mirarte a los ojos- dice él- pero sigue hablando
Ella cierra los ojos para tranquilizarse y respira despacio mientras lo escucha. Pero no puede dejar de pensar en ello.

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