Estaba ahí antes.
No obstante, era una de esas personas que forman parte de la ornamentación
de los recuerdos. De esas que no estás segura de si estuvieron o no
en momentos concretos, pero sabes que solían encontrarse en la
tramoya de las escenas diarias.
Si me hubieran
sentado fuera de alguna de las secuencias, para comentar el
cortometraje, y me hubieran pedido que lo mirara, que dijera
rápidamente, impulsivamente, lo que se me viniera a la cabeza de
este personaje baladí ¿qué hubiera dicho?
Mmmm... Me hubiera
mordido el labio y hubiera mirado hacia algún punto en el techo
situado a mi izquierda. Un amigo psicólogo me dijo una vez que es donde suele
mirar la gente cuando tira de la imaginación, más que del
conocimiento, a la hora de describir un hecho.
“Es una persona
atractiva. Tiene rasgos agradables y claramente locales. Uno ve
atributos de la zona en el diseño de sus ojos, su dentadura, la
forma de su cara y la complexión de su cuerpo. Robusto. Su sonrisa es bonita. Sus ojos sinceros. Directo en sus palabras. Cercano con su mirada. Transmite carisma, pero no uno demasiado evidente. No de
esos que llenan la sala, sino un elemento de esa sumatoria que hacen que
el recuerdo esté más lleno de sonrisas y brisa familiar.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario